
San Jerónimo esconde tras sus muros algunas obras de arte, ninguna tan impresionante

Muros levantados para aguantar siglos nos guian por blancos pasillos donde parece que nos vamos a cruzar con algún monje, para conducirnos al imponente comedor. Todo hace pensar que allí se vivía en comunión con el paisaje, sus ventanales y sus grandes balcones desde donde observamos las llanuras de Córdoba dan fe de ello y nos hacen recapacitar sobre otra manera de ver la vida, más lenta y más "contemplativa".

Cómo guinda al pastel, un camino de tierra nos lleva hasta otro nuevo mirador,conocido con el nombre de "el salto del Ángel", donde la talla en piedra de un ángel da la espalda al bello paisaje Cordobés, parece que no puede dejar de contemplar el maravilloso monasterio.
Mi última foto es la sombra de ese ángel proyectada sobre el suelo, metáfora de mi paso por el lugar ante el que sólo me queda reverenciar bajando la cabeza tras haber tenido la suerte de admirar tan extraordinario lugar.
Juan A. Pérez Gama.