
construcciones y edificios que se encuentran dentro de su termino rural, la mayoría de una indudable calidad artística y valor histórico, constituye un rasgo característico de la sociedad actual y sobre todo de la dejadez de las administraciones competentes en esta materia.
La defensa de estas construcciones a través de Asociaciones de defensa del Patrimonio y de la participación directa y decidida de los ciudadanos unida a un estudio científico, sistemático y sobre todo multidisciplinario de estas edificaciones, puede disminuir considerablemente el riesgo de que
éstas desaparezcan en un corto espacio de tiempo.

principalmente a las alteraciones y modificaciones que se llevado a cabo en las fincas, parcelas e inmuebles, sin ningún tipo de asesoría, control o planificación, lo que ha provocado irremediablemente su destrucción total o parcial.
Si además a estas causas unimos la falta de voluntad política de nuestras autoridades en la salvaguarda de este incalculable patrimonio, traducidas en una clara y total ausencia de políticas destinadas a la restauración, a una inexistente falta de recursos y de respaldo jurídico que pueda ser aplicable a la defensa de este valor patrimonial por parte de las administraciones del Estado, que
puedan permitir (ya con urgencia) realizar las acciones necesarias para su restauración y conservación, estaremos asistiendo a la irremisible e irrevocable desaparición de uno de nuestros patrimonios mas representativos de nuestros (por que no llamarlos así) edificios históricos.
Es por ello, urgente que nuestras autoridades políticas asuman de una vez como suyas la capacidad de detener la problemática que en un futuro representará para el conjunto de la población la destrucción de nuestro patrimonio rural disperso.
Ha de primar fundamentalmente el valor cultural, histórico, paisajístico, agrícola, económico y arquitectónico acumulado durante muchas generaciones para que solo por ello y a través del empuje, la denuncia y la protesta de los ciudadanos, nuestros políticos comiencen a aplicar la legislación estatal y autonómica existente para la protección de este tipo de patrimonio.
Si no conseguimos entre todos, que esto sea así, irremediablemente estaremos asistiendo una vez mas a una lenta y agónica desaparición de lo que hasta hasta muy poco para muchos de nuestros antepasados tuvo un valor y un significado y para muchos de nosotros hoy representa una percepción, una interpretación, que como poco despierta los sentidos.
Aguilar de la Frontera, 31 de mayo del 2010
Rafael Espino Navarro.-
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